Durante estos meses me he sentido como en una burbuja en la que nadie más que yo podía estar (esta frase no es mia, me la dijo un coleguita de messenger y me pareció muy acertada). He sido de las que he exteriorizado bastante mis sentimientos, he llorado casi siempre que me apetecía, he hablado bastante de mis miedos y de mis temores, he pedido casi siempre estar sola cuando me apetecía, y he pedido casi siempre compañía cuando la he necesitado. Y no lo he hecho siempre, pues por mia culpa!. Nadie me obligó a nada, todo lo contrario. Desde mi pareja, mi perro (a su manera) hasta mis padres, amigos y demás familia; he sentido un apoyo incodicional y, resumiendo, me he sentido arropada y querida.
Sin embargo, y esto puedo decirlo ahora que sé lo que es estar en el banquillo de los enfermos y en el banquillo de familiar de enfermo (por mi padre), no siempre damos en el clavo a la hora de exteriorizar lo que queremos cuando estamos enfermos o de querer ayudar al que lo está.
Durante mi periodo de hibernación (como yo lo llamo) he estado todo el tiempo subida a una montaña rusa de sensaciones y para mi gente no debió ser fácil llevarme. Porque, aún que he tirado de ellos cuando lo he necesitado, a veces me he sentido como que "es que no sabes lo que es, mejor no opines" o "es muy fácil hablar desde fuera", por no decir que a veces, el apoyo incondicional resultaba excesivo.
Y os pongo un ejemplo de lo que quiero decir: mi pareja fue la persona con la que más me he desquitado, con la que más he llorado, con la que más he exteriorizado.
Si yo me quejaba, es lógico que él intentase animarme con frases tipo "tranquila que ya queda menos", "podría ser peor", "ya verás como todo saldrá bien, no te preocupes",... frases alentadoras, no cabe duda, sin embargo... y ahí va mi pregunta... por qué a veces me enfadaba por sentirme incomprendida? motivo de enfado sería si me dijesen "qué mal te veo!".
En situaciones normales sería como agua de mayo estas frases alentadoras pero en la situación que toca... tú no eliges en que momento de la dichosa montaña rusa te encuentras y, por tanto, en que determinado momento necesitas más unas palabras de ánimo, un silencio, un hombro en el que llorar, estar sola, o un "llora, que tienes motivos para hacerlo.Permítete unas lágrimas".
Es curioso como el cáncer entra en tu vida y se descomponen las piezas de un puzzle perfecto que es la cabeza!
Las personas que están o hayan pasado por esto sabrán a que me refiero.
Pero esta publicación no quisiera enfocarla desde desde mi punto de vista (es decir, desde el punto de vista del enfermo), si no desde el punto de vista del que vive la enfermedad pero no la padece (como dice el título).
Siguiendo con el ejemplo (sin olvidarme de lo que he dicho al principio de que ahora sé lo que es ser familiar del enfermo): cómo viven el cáncer los que te rodean?
Pues primeramente y ahora lo puedo decir, he entendido muchas respuestas que se me decían, muchos comentarios que se me hacían, muchos consejos del tipo "por qué no te levantas de cama" o "por qué no das un paseito que te vendrá muy bien".
Y no lo digo porque ahora sea yo la que le diga a mi padre que se levante, que pasee,... no se lo digo ni se lo diré porque sé por experiencia propia que si no lo hace es porque no puede o no quiere... pero sí me he dado cuenta de su verdadero significado. Y es que: Sí me estaban comprendiendo, sí estaban sufriendo mi enfermedad desde mi mismo banquillo, y para nada puedo decirles que "es muy fácil hablar desde fuera" porque estaban dentro, conmigo.
Por eso creo, y para concluir, que mi gente es un banquillo en sí y que ahí estamos todos, jugando a vivir, a supervivir. Si uno se cae, le tendemos las manos para que recuerde que estamos ahí y (siempre y cuando nos lo pida), le ayudamos a levantarse, le curamos las heridas o lo que necesite pero, siempre y cuando nos lo pida.
Así que, amig@s sea cual sea vuestra situación (de enfermo o de acompañante) tened claro una cosa: Es evidente que para el enfermo no es fácil lidiar con toda esta situación anormal, pero para los compañeros de juego no es menos fácil. Comunicarse y comentar la jugada sería un buen principio en este juego de la vida.
Y para rematar, quiero aprovechar este espacio para dar las gracias a mucha mucha gente que me ofreció su apoyo; al que estuvo ahí cerca y en la distancia; al que no hacía falta que me hablasen para saber que estaban ahí; al que entendieron un "no me apetece quedar", un "quiero estar sola", un "no me puedo levantar", un "dejadme en paz", un "no he cogido el telefono", ...por un cumpleaños inolvidable y mucho más.
Gracias a tod@s: y aquí va la lista de mi gran banquillo: Dani, Mamá, Papá, Luisa, Abuela, Rosita, Damien, Martin, Adrian, Sinead; Teté, Mario, Fran, Juan José, Julio, Santi, Elenita y demás primos; Mucha, Teresa, Sara, Asun, Paco, Miguel, Juan, Manolo y demás tíos; Susi, Sabri y Jimena, Inés, Taniña y Juan, Bea y Jose, Robi y Emilio, Raqui, Caaman, Vaninha, Noelia Durán, Noa, Celia (MariCeli), Noelia y Marcos, Javi y Maria, Sonia y Sergio, Neni (Ernes), Elena Veguellina, Manuel y Lola, y demás amigos; Claudio, Mari Carmen, Vane, Ivan y demás familia que... ya son mi familia; y como no, Paquito que, aún que es un perro, me dio muchos cariños y besitos (como si entendiese lo que me pasaba).